El (Des)Orden Global en la Era Post-EU de Alfedo Jalife
El (Des)Orden Global en la Era Post-EU: Un análisis profundo de Alfredo Jalife
Alfredo Jalife-Rahme, en su obra El (Des)Orden Global en la Era Post-EU, realiza un análisis incisivo sobre la transición geopolítica que actualmente atraviesa el sistema internacional, partiendo de la premisa de que la hegemonía de Estados Unidos ha entrado en un proceso irreversible de decadencia. La obra, que examina en detalle las dinámicas entre las nuevas potencias emergentes y los cambios en la estructura económica y política global, se convierte en un llamado a la reflexión sobre el lugar que América Latina podría ocupar en esta reconfiguración mundial. Jalife-Rahme, con su característico enfoque crítico y directo, nos invita a entender el "desorden multipolar" actual, el papel crucial de China y Rusia en esta nueva era, el estado crítico de la Unión Europea y, finalmente, las oportunidades que se abren para la región latinoamericana en medio de esta fragmentación de la hegemonía occidental.
El Declive de la Hegemonía Estadounidense: Un Imperio en Agonía
Uno de los puntos fundamentales que Jalife examina es el declive de la influencia estadounidense, un proceso que considera un cambio profundo y estructural, alejado de la narrativa de un colapso instantáneo o aislado. Para el autor, este declive no es solo una crisis económica, sino una degradación integral del sistema imperial estadounidense, cimentado históricamente en el poder militar y en el control financiero mundial. Estados Unidos ha utilizado durante décadas su moneda, el dólar, como un instrumento de poder para proyectar su influencia en todo el mundo, consolidando su rol a través de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, a las cuales Jalife acusa de ser los brazos financieros de una estrategia de control y presión económica.
Jalife apunta que, aunque el dólar sigue siendo la moneda de referencia en el comercio global, el abuso de esta herramienta de poder ha tenido consecuencias contraproducentes. Las sanciones económicas impuestas a distintos países, así como el bloqueo de acceso al sistema financiero, han provocado que naciones como China y Rusia busquen alternativas. En lugar de someterse a un sistema diseñado para beneficiar a Washington, estos países han emprendido proyectos de desdolarización, fomentando sus propias estructuras financieras, y, en muchos casos, promoviendo el uso de sus monedas en el comercio internacional. Jalife observa que esta pérdida de confianza en el sistema dolarizado marca el inicio de un cambio irreversible: Estados Unidos, al depender tan profundamente de su poder financiero, se ha vuelto vulnerable ante las acciones de naciones que ya no temen desafiar su hegemonía.
En términos de poder militar, Jalife resalta que el imperio estadounidense ha extendido su presencia militar a cientos de bases en todo el mundo, una red de control que impone altos costos a la economía estadounidense y que, según el autor, ha dejado de ser efectiva. Mientras que China y Rusia invierten en tecnología avanzada y sistemas de defensa sofisticados, la infraestructura de defensa estadounidense sigue confiando en gran medida en la intimidación militar tradicional, costosa y anticuada en muchos aspectos. Además, la propia sociedad estadounidense muestra un desgaste significativo, con índices alarmantes de polarización política, tensiones raciales y una creciente desigualdad económica que amenaza con fracturar el tejido social del país. Según Jalife, esta crisis interna es tan peligrosa como el desgaste externo, ya que limita la capacidad de Estados Unidos de proyectarse como un modelo exitoso de nación.
China y Rusia: Los Nuevos Protagonistas de la Era Multipolar
La emergencia de un nuevo bloque de poder en Eurasia, liderado por China y Rusia, es un eje clave en la obra de Jalife. La alianza entre estos dos países, que décadas atrás vivían en una tensión casi constante, representa un contrapeso directo al poder estadounidense. Jalife describe cómo China ha ascendido rápidamente en la estructura global, utilizando su poderío económico como herramienta de influencia en Asia, África y América Latina. Uno de los proyectos insignia de esta expansión es la iniciativa de la Franja y la Ruta, un ambicioso plan de infraestructura que busca conectar a Asia, África y Europa mediante una red de ferrocarriles, puertos y carreteras. Este proyecto no solo es un vehículo de influencia económica, sino también un mecanismo de dominación geopolítica, permitiendo a China afianzar su presencia en regiones estratégicas y consolidar su rol como el principal motor de desarrollo global.
Rusia, por su parte, ha optado por una estrategia de reafirmación de su poder militar y energético, buscando consolidar su influencia en Europa del Este, Medio Oriente y Asia Central. Jalife menciona cómo la intervención de Rusia en Siria, por ejemplo, es una muestra clara de que Moscú está dispuesto a proteger sus intereses estratégicos en el extranjero y a desafiar la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados en la OTAN. Además, Rusia utiliza sus vastos recursos energéticos como una herramienta de control en Europa, pues gran parte de la energía que consume el continente proviene de los yacimientos rusos. Esta dependencia crea un equilibrio delicado que Rusia sabe manejar con habilidad, demostrando que su capacidad de influencia va más allá de su poder militar.
La alianza entre China y Rusia es, para Jalife, un ejemplo paradigmático de cómo el sistema multipolar se estructura en torno a nuevos ejes de poder, donde cada país busca afianzar su influencia en regiones específicas. Este nuevo bloque eurasiano no solo actúa como contrapeso a Occidente, sino que también propone un cambio en las normas y principios que rigen el orden mundial. En lugar de una economía liberal y abierta, basada en el libre mercado y los valores democráticos occidentales, China y Rusia promueven un sistema basado en la soberanía nacional, el control estatal y el respeto a la diversidad de modelos políticos y económicos. En este sentido, el "desorden multipolar" no es solo una ruptura con la hegemonía estadounidense, sino también una transición hacia un mundo en el que no existe un modelo único de desarrollo.
América Latina en la Era Post-Hegemónica: Un Camino entre la Oportunidad y la Dependencia
América Latina ocupa un lugar de especial relevancia en la reflexión de Jalife sobre el futuro del orden mundial. Históricamente, la región ha sido tratada como una zona de influencia estadounidense, explotada económicamente y controlada políticamente mediante la doctrina Monroe, que justifica la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos. Sin embargo, en el contexto del desorden multipolar, Jalife plantea que América Latina tiene una oportunidad única de romper con esta dependencia y redefinir su rol en el sistema global.
El autor sostiene que la región cuenta con recursos naturales y una población joven que podría ser clave para el desarrollo industrial y tecnológico de América Latina. Si bien algunos países, como Brasil y Argentina, han intentado en el pasado desarrollar proyectos industriales autónomos, estas iniciativas han sido en gran medida frustradas por políticas neoliberales que fomentaron el endeudamiento y la dependencia económica. En cambio, Jalife argumenta que los nuevos actores globales –principalmente China– están ofreciendo a América Latina alternativas de inversión y cooperación. El desafío, según el autor, es que los líderes de la región eviten caer en un nuevo ciclo de dependencia, esta vez bajo la influencia de China, y opten por una estrategia de cooperación que permita el desarrollo de capacidades industriales y tecnológicas en el propio continente.
Jalife sugiere que una América Latina integrada, que actúe como un bloque autónomo, podría negociar en mejores condiciones tanto con Estados Unidos como con China y Rusia. Este bloque latinoamericano, si lograra articularse, tendría un peso considerable en el comercio mundial, especialmente en sectores como la agricultura, la minería y la energía. Sin embargo, para que esta visión sea posible, Jalife insiste en que la región debe abandonar las políticas neoliberales que han privilegiado la exportación de materias primas por sobre la industrialización y el desarrollo tecnológico.
La Nueva Guerra Fría: Tecnología y Espionaje Digital como Herramientas de Poder
Jalife también explora en su libro lo que él llama la "Nueva Guerra Fría", una competencia feroz que, en lugar de librarse en el campo de batalla tradicional, se desenvuelve en el ámbito tecnológico y digital. En esta contienda, Estados Unidos y China, en particular, se disputan el dominio de la infraestructura tecnológica, la inteligencia artificial y el control de la información a nivel global. Uno de los casos más emblemáticos de esta guerra tecnológica es el conflicto entre Estados Unidos y Huawei, la compañía china de telecomunicaciones, que ha sido acusada por Washington de espionaje y sancionada de forma agresiva para frenar su expansión.
El control de los datos y la infraestructura digital se ha convertido en una cuestión de soberanía para muchos países, que ven en estas tecnologías un arma de doble filo. Por un lado, representan una oportunidad para el desarrollo y la modernización, pero por otro, también son un instrumento de control y vigilancia que puede ser utilizado tanto por gobiernos como por corporaciones. Jalife subraya que la competencia por el dominio de la tecnología 5G, la inteligencia artificial y la computación cuántica marca una nueva fase en la disputa de poder global, en la que el país que logre establecer su liderazgo en estas áreas tendrá una ventaja estratégica crucial en la estructura de poder multipolar.
Jalife argumenta que esta nueva guerra no es solo una disputa por recursos tecnológicos, sino que también implica un cambio en la manera en que se controla y manipula la opinión pública. Las redes sociales, los algoritmos de búsqueda y las plataformas de contenido digital han cambiado la naturaleza de la propaganda y el control de la información. Jalife advierte que esta manipulación de datos podría ser utilizada para influir en procesos electorales, fomentar divisiones internas en distintos países y, en última instancia, consolidar la influencia de las grandes potencias en el ámbito político y social global.
Europa y su Encrucijada: Un Continente entre la Autonomía y la Dependencia
Europa, a pesar de su tradición como centro de poder mundial, enfrenta desafíos profundos en la era del desorden multipolar. Jalife describe a la Unión Europea como un continente atrapado entre dos fuerzas: por un lado, su relación de dependencia histórica con Estados Unidos en materia de defensa y, por otro, su necesidad de mantener relaciones económicas y políticas abiertas tanto con Rusia como con China. Según el autor, Europa ha quedado atrapada en un dilema de identidad geopolítica, sin una visión clara de su rol en el mundo post-hegemónico.
El Brexit, el auge de movimientos nacionalistas y la creciente presión migratoria son señales de que la Unión Europea enfrenta una crisis de cohesión interna que podría fracturar su unidad. Jalife sostiene que Europa tiene la opción de actuar como un actor neutral, estableciendo una postura independiente de Estados Unidos en el ámbito diplomático y económico. Sin embargo, esta posibilidad se ve dificultada por la presencia de la OTAN, que sigue ejerciendo una influencia poderosa en la política de seguridad europea.
La dependencia de Europa en el suministro energético ruso añade otra dimensión a su crisis geopolítica. Jalife señala que la dependencia energética es un arma de doble filo para Europa, ya que la obliga a mantener una relación cercana con Moscú, aun cuando las tensiones políticas y las sanciones mutuas siguen en aumento. La crisis en Ucrania, exacerbada por las sanciones y la presión militar, ha colocado a Europa en una situación de vulnerabilidad que evidencia la dificultad del continente para actuar con autonomía en un contexto multipolar.
La Multipolaridad como Desafío y Oportunidad
En El (Des)Orden Global en la Era Post-EU, Alfredo Jalife nos ofrece una interpretación profunda y compleja de un mundo en transición, donde la antigua estructura unipolar está siendo sustituida por un sistema multipolar. Esta nueva era presenta tanto riesgos como oportunidades. Para América Latina, el desorden multipolar podría ser una invitación a liberarse de la dependencia y a construir un futuro soberano, basado en la cooperación y en una estrategia de desarrollo autónoma. Sin embargo, esta oportunidad solo será posible si la región logra superar sus divisiones internas y se articula como un bloque capaz de negociar en igualdad de condiciones con las potencias emergentes.
La obra de Jalife nos recuerda que el mundo no se encuentra en un estado de equilibrio estable, sino en una constante reconfiguración de fuerzas y alianzas. En este sentido, el desorden multipolar es, quizás, una ventana para que América Latina y otras regiones históricamente subyugadas tomen las riendas de su destino y contribuyan a la creación de un orden internacional más justo y equilibrado.